Pese a su destacada actualidad en Roma, el marplatense de 22 años no fue convocado por Scaloni. ¿Tendrá su oportunidad antes del Mundial?
Por Juan Miguel Alvarez
Entre los nombres que no aparecen en la prelista de la Selección Argentina para las Eliminatorias, hay uno que en Mar del Plata se siente con particular cercanía y algo de extrañeza. Matías Soulé, con 22 años y afianzado como pieza clave de Roma, atraviesa uno de los mejores momentos de su joven carrera. Sin embargo, una vez más, su nombre quedó al margen de la consideración.
Surgido en Argentinos del Sud y Kimberley, con paso formativo en Vélez y primeros pasos como profesional en Juventus, Soulé tuvo una destacada temporada pasada en Frosinone, donde se convirtió en figura y en una de las revelaciones jóvenes de la Serie A. Pero fue en su llegada a Roma donde terminó de consolidarse y confirmó su potencial: fue titular durante gran parte del actual semestre en un equipo que se mantuvo 19 partidos invicto en una de las ligas más exigentes del mundo.
En ese contexto, Soulé no sólo sumó minutos: tuvo impacto real. Marcó un golazo en el clásico ante Lazio y el tanto del triunfo por 1-0 frente al Inter -nada menos que el finalista de la Champions League- en San Siro. A eso se suma su estilo de juego: zurdo, elegante, con gran pegada, visión y pase entre líneas. Un jugador exquisito, distinto. De esos que no abundan.
En el último tiempo, además, sumó a su repertorio una notable evolución en el aspecto defensivo. En Roma, bajo la conducción de Claudio Ranieri, fue utilizado con frecuencia como mediocampista por banda, con responsabilidades en toda la línea. Mostró compromiso, despliegue y una madurez táctica que enriquecen aún más su perfil.
No se trata de poner en duda las decisiones de un cuerpo técnico que demostró notable capacidad y consiguió lo máximo con la albiceleste. Pero el fútbol admite interpretaciones, y bien vale poner la lupa en un caso que reúne méritos desde múltiples ángulos: actualidad, proyección, cualidades futbolísticas y evolución táctica.
La comparación con algunos de los nombres que sí figuran en la prelista es inevitable. Si el criterio es la actualidad, Soulé llega con más rodaje, influencia y ritmo que otros jugadores ofensivos considerados. Por presente, incluso supera a atacantes que se desempeñan en su misma posición, como Alejandro Garnacho (de enorme potencial, pero con altibajos), Nicolás González (intermitente en Juventus) o Ángel Correa, suplente habitual en Atlético de Madrid y parte del proceso desde hace años, aunque sin un peso específico reciente en el seleccionado. Este último nombres es, probablemente, el más cuestionado.
Pero quizá lo más llamativo de su ausencia sea su proyección. A los 22 años, Soulé tiene doble nacionalidad y ya fue sondeado por Italia en su etapa de juvenil. Frente a una realidad en la que cada vez más futbolistas jóvenes con doble ciudadanía son tentados por otras selecciones -el caso de Mateo Retegui es un ejemplo cercano—, no deja de ser relevante pensar también en el mediano y largo plazo.
Por eso, sorprende que un jugador con presente, condiciones y margen de crecimiento como Soulé no tenga su oportunidad. Como la tuvo en su momento Valentín Carboni, ahora Nicolás Paz, y posiblemente muy pronto Franco Mastantuono. Por suerte, Argentina tiene un semillero envidiable. Y Soulé es parte importante de esa camada que ya pide pista.
Desde Mar del Plata, ciudad que lo vio dar sus primeros pasos con la pelota, se sigue con orgullo su crecimiento. Y también con la esperanza de que ese recorrido lo lleve, más temprano que tarde, a vestir la camiseta celeste y blanca.